La casa de vapor by Julio Verne

La casa de vapor by Julio Verne

autor:Julio Verne
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Aventuras
publicado: 1880-01-01T00:00:00+00:00


Segunda parte

Capítulo primero

Nuestro sanitarium

Esta expresión magnífica: «Los inconmensurables de la Creación», de la cual el mineralogista Haüy se sirvió para calificar los Andes americanos, quizá sería más justa aplicada al conjunto de la cordillera del Himalaya, que ningún hombre ha podido todavía medir con precisión matemática.

Tal es el sentimiento que se experimenta ante el aspecto de esa región incomparable, en el seno de la cual el coronel Munro, el capitán Hod, Banks y yo íbamos a residir algunas semanas.

—No solamente estos montes son inconmensurables —nos dijo el ingeniero—, sino que su cima debe ser considerada como inaccesible, porque el organismo humano no puede funcionar a tal altura, donde el aire no es bastante denso para satisfacer las necesidades de la respiración.

Una barrera de rocas primitivas, granito, gneis y micacita, de dos mil quinientos kilómetros de longitud, que se levanta desde el meridiano setenta y dos hasta el noventa y cinco, cubriendo dos presidencias, la de Agra y la de Calcuta, y dos reinos, el de Buthan y el de Nepal; una cordillera cuya altura media, superior en una tercera parte a la cima del Mont Blanc, comprende tres zonas distintas: la primera, de cinco mil pies de altura, más templada que la llanura inferior, dando cosechas de trigo durante el invierno, y de arroz durante el verano; la segunda, de cinco mil a nueve mil pies, donde todas las primaveras se produce el deshielo; y la tercera, de nueve mil a veinticinco mil pies, cubierta de espesos hielos, que aun en la estación cálida desafían a los rayos solares; a través de esta grandiosa tumescencia del Globo, once pasos, de los cuales algunos perforan la montaña a veinte mil pies de altura, y que incesantemente amenazados por los aludes, surcados por torrentes e invadidos por los hielos, no permiten pasar de la India al Tibet sino a costa de grandes dificultades; por la cima de estas crestas unas veces redondeadas en anchas cúpulas, otras rasas, como la Tabla del cabo de Buena Esperanza, siete u ocho picos agudos, algunos volcánicos, se levantan a más de ocho mil metros.

Las primeras estribaciones de estos propileos gigantescos están abundantemente cubiertas de bosque, encontrándose en ellas diversos representantes de esa rica familia de las palmeras, que en una zona superior son remplazadas por los grandes bosques de encinas, cipreses y pinos, y las opulentas espesuras de bambúes y de plantas herbáceas.

Banks, que nos daba estos pormenores, nos dijo también que si la línea inferior de las nieves baja hasta cuatro mil metros sobre la vertiente india de la cordillera, en la vertiente tibetana se levanta hasta seis mil, lo cual depende de que los vapores que traen los vientos del sur se detienen ante la enorme barrera.

Por eso, al otro lado han podido establecerse aldeas hasta en la altura de quince mil pies, entre campos de cebada y prados magníficos. Si hemos de dar crédito a los indígenas, en una sola noche se cubren de hierba aquellos campos.

En la zona media, pavos reales, perdices, faisanes, avutardas y codornices, representan la familia alada.



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